Incertidumbre.
El
tiempo, el humo, la gente, las sonrisas, la vida. Todo se escapa. Y las
ganas de creer que no es así, se desvanecen. La fe en las personas y
sus promesas no valen más que una mierda de perro. Aún así, luchamos
cada día contra eso, porque queremos creer. Necesitamos creer, que
alguien nos va a acompañar. Dónde, no se. Quién, tampoco.
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